UN
REGALO ESPECIAL. ®
-Y dimé
querida, ¿vos estás preparada para cumplirlos?
Martina
miró a su amiga Marta con aire indolente. No se sentía agraciada por cumplir
los cuarenta en unos días a pesar de que disfrutaba a su antojo de todo cuanto la
vida le regalaba y que era mucho. Consideraba que se lo merecía y por tanto no
lo apreciaba como probablemente hubiera hecho cualquier otra mujer. Su
respuesta.
-Espero que
ese dolor de muelas, pase pronto.
Mientras
estaban saboreando el aperitivo en la terraza del gimnasio del Country-Club, el
esposo de Martina por fin había podido propiciar que la pieza que rondaba desde
hacía días aceptara su invitación.
-Pues
sinceramente, ha ido de bien poco que no te golpeo.
-Lo noté y
te entiendo Esteban y de nuevo te ruego me disculpes.
Julián,
esposo de Martina, acababa de explicarle el motivo de aquel despreciable asedio
que había llevado a cabo con evidente descaro durante varios días sobre
Esteban, el ingeniero español que estaba trabajando en Buenos Aires desde hacía
tres meses. Lo hacía y por cortesía, procurando evitar los giros y acento
argentinos.
En un
principio a Esteban, le pareció la explicación digna de echarse a reír o quizá
peor, de golpearlo sin más y quizá denunciarlo a la dirección del gimnasio al
que ambos acudían a primera hora de cada lunes, miércoles y jueves para
mantener la forma y el buen tipo. Luego, cuando Esteban atendió procurando no
indignarse ni exaltarse las palabras de Julián, consideró que no perdía nada
por seguirle en cierto modo, el juego. La curiosidad se había adueñado de él.
-¿Así estás
dispuesto a que me folle a tu mujer?
-Sería un
favor que nunca olvidaría. Ya te he confesado que va a cumplir los cuarenta y lo
vive como un tormento, con una terrible depresión. No lo soporta y tú me pareces
el mejor regalo que puedo hacerle.
A Esteban
se le ocurrió hacer una broma.
-¿Y cómo me
presentarás?, ¿envuelto en papel celofán y un lazo?
Ambos
sonrieron, Esteban de su ocurrencia, Julián de entender que por fin lo había
convencido de aceptar su propuesta.
-¿Y hace
mucho que la obsequias con amantes?
-Desde el
primer día. De otro modo no hubiera aceptado casarse conmigo.
Julián había
decidido desde inicio no omitir nada de su relación con Martina y por tanto…
“La vi por
primera vez el día que la enviaron de la agencia de colocación para sustituir
por unos días a mi secretaria, que había sufrido un accidente. Me pareció la
mina más extraordinaria que jamás había visto y ya desde el primer instante,
cuando me alargó su mano para que la estrechara, intuí que clase de persona
era, y no me equivoqué. Dominante, vital, enérgica, determinante, inteligente,
culta, creativa, simpática siempre que lo desea, en una palabra, intensa, en
todo cuanto hacía o no hacía, pues desde el principio me lo dejó claro, llevaré
las cosas a mi modo y cuando yo crea que deben realizarse. Me quedé tan
sorprendido de esa firme manifestación que no pude ni negarme y mucho menos
llamar a la agencia para que enviaran a otra. No le costó mucho tiempo, vamos,
quizá diez o quince días, hacerse con mi voluntad, pues su eficiencia era digna
de encomio, en todos los sentidos. Y entonces quizá para algunos, cometí el
error más grave de mi vida, aunque yo sigo considerando que fue el acierto más formidable
que he tenido en veinticinco años al frente de la empresa que me legó mi padre
y que actualmente le pertenece a ella. La invité a cenar y no necesitó más para
mostrarme el camino”.
De este
modo había empezado la explicación de Julián tras justificarse ante Esteban por
haberlo seguido con la mirada durante varios días al entrar y salir el
ingeniero de la ducha. Su cuerpo musculoso pero armonioso, su metro noventa y
sobre todo su aparato, de unos reales veintialgunos centímetros le llamaron la
atención, y de inmediato pensó que sería el obsequio ideal para intentar paliar
el enfado de su esposa y diosa Martina por estar a punto de llegar a los
cuarenta, de modo que no cejó hasta que Esteban le achacó aquella forma tan
descarada de observarlo, en realidad escrutarlo, acusándolo de homosexual y de maleducado.
Consiguió con mucha habilidad y templanza, calmarlo en primer lugar y a
continuación convencerlo para que aceptara escuchar sus sinceras explicaciones
mientras tomaban una copa a la que él le invitó. A Esteban le costó dejarse
convencer pero al mismo tiempo, algo en la expresión de aquel hombre de casi
cincuenta años pero todavía atractivo y de elegantes maneras, le hizo pensar
que era sincero y que su afán por seguirlo con la mirada obedecía a algún
objetivo nada punible.
“Aquella
misma noche me puso los puntos sobre las is. Me dijo nada más acomodarnos en la
mesa. Verás Julián, sé que te gusto y tu a mí, aunque no demasiado, pero si
quieres que me encame contigo, será siendo mi esposo, pues de otro modo no me
vas a tener. Y si eso te parece atrevido o fuera de lugar, espera a que te
cuente qué tipo de esposo serás. Me quedé tan estupefacto que me tomó la mano,
quizá para constatar que no me había quedado helado. Aquella suavidad me
devolvió a la realidad, de inmediato, pues un tibio calor me inundó, de arriba
abajo, de modo que fui a darle allí mismo mi sí quiero, pero ella me cortó. Lo
primero que debes saber, es que me gusta follar, con quien yo quiera, por tanto
y aunque seas mi esposo, seguiré haciéndolo, obviamente también contigo, pero sólo
cuando me apetezca. Y no quiero escenas ni celos, los odio. Lo segundo, la
empresa a mi nombre, en cuanto nos comprometamos, que puede ser esta misma
noche. Siento decírtelo, pero como gestor distas mucho de ser eficiente,
necesitas que alguien dirija tu sobrada experiencia y tu aptitud y actitud como
relaciones públicas, pero te falta arrojo y agresividad para hacerte con todo
el mercado. Eso te lo daré yo cariño. De nuevo creí sentirme congelado, pero
también de nuevo su dulce mano vino en mi auxilio para regalarme una nueva
dosis de calor que me devolvió a la vida. Y por último me lanzó, y debes saber
también, que me gusta saciar mis bajos instintos sádicos, de modo que sino
aceptas que te castigue con spankings cada vez más caprichosos y duros, olvídate
de mí, pues necesito saber que dispongo de un verdadero sumiso para gozar con
él como me plazca. Por cierto, ¿sabes de qué te hablo?”
A Esteban
aquella nueva entrega de la historia de Julián le pareció a la vez, cómica y
dramática, pero prefirió no decir ni hacer nada, ya que en realidad comenzaba a
meditar sobre qué le tocaría a él hacer o recibir de esa especie de bruja que
le estaba describiendo tan detalladamente el carnudo de su esposo.
“Y así es
como hemos llegado a hoy. Buscándole yo y con gran denuedo, amantes que la
satisfagan como ella desea y espera. Si lo logro, me premia, y entonces me
permite lamerle el coño y el culo y si fracaso, pues me espera una buena ración
de latigazos, las dos últimas veces en presencia de los amantes poco satisfactorios,
a los que tras concluir mi castigo no tuvo reparo en escupirles a su
sorprendida cara que habían sido nefastos para su satisfacción”.
Esteban se
preguntó sin manifestárselo a Julián, si esa lamida que le permitía su arpía propietaria
era a continuación de haber follado con el amante. Julián mismo le respondió.
“Y no
creas, en alguna ocasión me ha ordenado lamerla tras llenarse de la leche del
amante de turno. Para que me lo limpies bien, gusano, me ha señalado entre
risas de ambos. Pero no creas Esteban, soy muy feliz, pues ha pesar de lo que
puedas pensar me siento plenamente agradecido a esa mujer que me hace sentir la
mayor de las felicidades, en todo cuanto hace y dice y poco me importa lo que
piensen los demás, ya que por otro lado
sé cuan orgullosa les habla de su consentido esposo, como algo de valor
inapreciable”.
Esteban
estaba confuso y no se lo ocultó.
-¿Y ahora
pretendes que esa bruja dominante juegue conmigo?
-Verás, sé
que no necesitas el dinero, pero te lo ruego, eres el hombre ideal para que
celebre su cuarenta cumpleaños y luego me felicite con su indiferencia, pues
será la certificación que ha gozado, vamos, que la has hecho gozar. Te lo
ruego, ayúdame a obsequiarle el mejor aniversario posible a sus antojos. Le
gustan las pollas como la tuya y posees clase y además, eres español. En una
ocasión me comentó que su abuelo era español, es de las pocas cosas que me ha
permitido conocer de su pasado y su familia.
-Pero dime
Julián, ¿qué gano yo con eso?
-Verás
Esteban, cuando la conozcas, tú mismo te responderás.
Aquella
mañana, mientras Esteban meditaba su decisión en la oficina sin poder centrarse
en su trabajo, Marta, le confesaba a su amiga Martina, que el jovenzuelo con
quince años menos que ella y que se había ligado hacía un par de semanas, la
estaba volviendo loca y que esa locura comenzaba a ayudarla para explicarse cómo
se sentía su esposo Julián siendo sometido por ella.
-No sabés
lo que se siente cuando me ordena seguirlo desnuda a cuatro patas y me trata
como a su puta perra. De veras Martina, te recomiendo que vos lo pruebés algún
día.

Un regalo realmente especial, mmmmm (voy a por el siguiente)
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