domingo, 4 de enero de 2015

UN REGALO ESPECIAL (R)

UN REGALO ESPECIAL.  ®



-Y dimé querida, ¿vos estás preparada para cumplirlos?
Martina miró a su amiga Marta con aire indolente. No se sentía agraciada por cumplir los cuarenta en unos días a pesar de que disfrutaba a su antojo de todo cuanto la vida le regalaba y que era mucho. Consideraba que se lo merecía y por tanto no lo apreciaba como probablemente hubiera hecho cualquier otra mujer. Su respuesta.
-Espero que ese dolor de muelas, pase pronto.
Mientras estaban saboreando el aperitivo en la terraza del gimnasio del Country-Club, el esposo de Martina por fin había podido propiciar que la pieza que rondaba desde hacía días aceptara su invitación.
-Pues sinceramente, ha ido de bien poco que no te golpeo.
-Lo noté y te entiendo Esteban y de nuevo te ruego me disculpes.
Julián, esposo de Martina, acababa de explicarle el motivo de aquel despreciable asedio que había llevado a cabo con evidente descaro durante varios días sobre Esteban, el ingeniero español que estaba trabajando en Buenos Aires desde hacía tres meses. Lo hacía y por cortesía, procurando evitar los giros y acento argentinos.
En un principio a Esteban, le pareció la explicación digna de echarse a reír o quizá peor, de golpearlo sin más y quizá denunciarlo a la dirección del gimnasio al que ambos acudían a primera hora de cada lunes, miércoles y jueves para mantener la forma y el buen tipo. Luego, cuando Esteban atendió procurando no indignarse ni exaltarse las palabras de Julián, consideró que no perdía nada por seguirle en cierto modo, el juego. La curiosidad se había adueñado de él.
-¿Así estás dispuesto a que me folle a tu mujer?
-Sería un favor que nunca olvidaría. Ya te he confesado que va a cumplir los cuarenta y lo vive como un tormento, con una terrible depresión. No lo soporta y tú me pareces el mejor regalo que puedo hacerle.
A Esteban se le ocurrió hacer una broma.
-¿Y cómo me presentarás?, ¿envuelto en papel celofán y un lazo?
Ambos sonrieron, Esteban de su ocurrencia, Julián de entender que por fin lo había convencido de aceptar su propuesta.
-¿Y hace mucho que la obsequias con amantes?
-Desde el primer día. De otro modo no hubiera aceptado casarse conmigo.
Julián había decidido desde inicio no omitir nada de su relación con Martina y por tanto…
“La vi por primera vez el día que la enviaron de la agencia de colocación para sustituir por unos días a mi secretaria, que había sufrido un accidente. Me pareció la mina más extraordinaria que jamás había visto y ya desde el primer instante, cuando me alargó su mano para que la estrechara, intuí que clase de persona era, y no me equivoqué. Dominante, vital, enérgica, determinante, inteligente, culta, creativa, simpática siempre que lo desea, en una palabra, intensa, en todo cuanto hacía o no hacía, pues desde el principio me lo dejó claro, llevaré las cosas a mi modo y cuando yo crea que deben realizarse. Me quedé tan sorprendido de esa firme manifestación que no pude ni negarme y mucho menos llamar a la agencia para que enviaran a otra. No le costó mucho tiempo, vamos, quizá diez o quince días, hacerse con mi voluntad, pues su eficiencia era digna de encomio, en todos los sentidos. Y entonces quizá para algunos, cometí el error más grave de mi vida, aunque yo sigo  considerando que fue el acierto más formidable que he tenido en veinticinco años al frente de la empresa que me legó mi padre y que actualmente le pertenece a ella. La invité a cenar y no necesitó más para mostrarme el camino”.
De este modo había empezado la explicación de Julián tras justificarse ante Esteban por haberlo seguido con la mirada durante varios días al entrar y salir el ingeniero de la ducha. Su cuerpo musculoso pero armonioso, su metro noventa y sobre todo su aparato, de unos reales veintialgunos centímetros le llamaron la atención, y de inmediato pensó que sería el obsequio ideal para intentar paliar el enfado de su esposa y diosa Martina por estar a punto de llegar a los cuarenta, de modo que no cejó hasta que Esteban le achacó aquella forma tan descarada de observarlo, en realidad escrutarlo, acusándolo de homosexual y de maleducado. Consiguió con mucha habilidad y templanza, calmarlo en primer lugar y a continuación convencerlo para que aceptara escuchar sus sinceras explicaciones mientras tomaban una copa a la que él le invitó. A Esteban le costó dejarse convencer pero al mismo tiempo, algo en la expresión de aquel hombre de casi cincuenta años pero todavía atractivo y de elegantes maneras, le hizo pensar que era sincero y que su afán por seguirlo con la mirada obedecía a algún objetivo nada punible.
“Aquella misma noche me puso los puntos sobre las is. Me dijo nada más acomodarnos en la mesa. Verás Julián, sé que te gusto y tu a mí, aunque no demasiado, pero si quieres que me encame contigo, será siendo mi esposo, pues de otro modo no me vas a tener. Y si eso te parece atrevido o fuera de lugar, espera a que te cuente qué tipo de esposo serás. Me quedé tan estupefacto que me tomó la mano, quizá para constatar que no me había quedado helado. Aquella suavidad me devolvió a la realidad, de inmediato, pues un tibio calor me inundó, de arriba abajo, de modo que fui a darle allí mismo mi sí quiero, pero ella me cortó. Lo primero que debes saber, es que me gusta follar, con quien yo quiera, por tanto y aunque seas mi esposo, seguiré haciéndolo, obviamente también contigo, pero sólo cuando me apetezca. Y no quiero escenas ni celos, los odio. Lo segundo, la empresa a mi nombre, en cuanto nos comprometamos, que puede ser esta misma noche. Siento decírtelo, pero como gestor distas mucho de ser eficiente, necesitas que alguien dirija tu sobrada experiencia y tu aptitud y actitud como relaciones públicas, pero te falta arrojo y agresividad para hacerte con todo el mercado. Eso te lo daré yo cariño. De nuevo creí sentirme congelado, pero también de nuevo su dulce mano vino en mi auxilio para regalarme una nueva dosis de calor que me devolvió a la vida. Y por último me lanzó, y debes saber también, que me gusta saciar mis bajos instintos sádicos, de modo que sino aceptas que te castigue con spankings cada vez más caprichosos y duros, olvídate de mí, pues necesito saber que dispongo de un verdadero sumiso para gozar con él como me plazca. Por cierto, ¿sabes de qué te hablo?”
A Esteban aquella nueva entrega de la historia de Julián le pareció a la vez, cómica y dramática, pero prefirió no decir ni hacer nada, ya que en realidad comenzaba a meditar sobre qué le tocaría a él hacer o recibir de esa especie de bruja que le estaba describiendo tan detalladamente el carnudo de su esposo.
“Y así es como hemos llegado a hoy. Buscándole yo y con gran denuedo, amantes que la satisfagan como ella desea y espera. Si lo logro, me premia, y entonces me permite lamerle el coño y el culo y si fracaso, pues me espera una buena ración de latigazos, las dos últimas veces en presencia de los amantes poco satisfactorios, a los que tras concluir mi castigo no tuvo reparo en escupirles a su sorprendida cara que habían sido nefastos para su satisfacción”.
Esteban se preguntó sin manifestárselo a Julián, si esa lamida que le permitía su arpía propietaria era a continuación de haber follado con el amante. Julián mismo le respondió.
“Y no creas, en alguna ocasión me ha ordenado lamerla tras llenarse de la leche del amante de turno. Para que me lo limpies bien, gusano, me ha señalado entre risas de ambos. Pero no creas Esteban, soy muy feliz, pues ha pesar de lo que puedas pensar me siento plenamente agradecido a esa mujer que me hace sentir la mayor de las felicidades, en todo cuanto hace y dice y poco me importa lo que piensen los demás, ya que  por otro lado sé cuan orgullosa les habla de su consentido esposo, como algo de valor inapreciable”.
Esteban estaba confuso y no se lo ocultó.
-¿Y ahora pretendes que esa bruja dominante juegue conmigo?
-Verás, sé que no necesitas el dinero, pero te lo ruego, eres el hombre ideal para que celebre su cuarenta cumpleaños y luego me felicite con su indiferencia, pues será la certificación que ha gozado, vamos, que la has hecho gozar. Te lo ruego, ayúdame a obsequiarle el mejor aniversario posible a sus antojos. Le gustan las pollas como la tuya y posees clase y además, eres español. En una ocasión me comentó que su abuelo era español, es de las pocas cosas que me ha permitido conocer de su pasado y su familia.
-Pero dime Julián, ¿qué gano yo con eso?
-Verás Esteban, cuando la conozcas, tú mismo te responderás.

Aquella mañana, mientras Esteban meditaba su decisión en la oficina sin poder centrarse en su trabajo, Marta, le confesaba a su amiga Martina, que el jovenzuelo con quince años menos que ella y que se había ligado hacía un par de semanas, la estaba volviendo loca y que esa locura comenzaba a ayudarla para explicarse cómo se sentía su esposo Julián siendo sometido por ella.
-No sabés lo que se siente cuando me ordena seguirlo desnuda a cuatro patas y me trata como a su puta perra. De veras Martina, te recomiendo que vos lo pruebés algún día.




ARTURO ROCA ® (Para todos mis seguidores, presentes y futuros)

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